martes, 25 de octubre de 2016

Arte oriental y japonés




Cuando me hablan de arte japonés lo primero que se me viene a la cabeza son las típicas decoraciones de los restaurantes chinos. Un dragón por aquí, unas lámparas de papel por allá, letras doradas sobre paredes rojas, algún bonsái por ahí suelto, cañas de bambú en las paredes... Este es el estereotipo que tenemos de la decoración y el arte chino pero cuando te pones a investigar un poco más te das cuenta de que para los orientales el arte va mucho más allá.

Sobre el arte islámico a primeras lo que se te ocurre es pensar en la arquitectura. Lo primero que imaginas es el típico edificio con el techo en forma de esfera con un pico encima. Sobre la pintura poco se me ocurre decir ya que todo gira entorno a su querida y seguida a raja tabla religión.

Cuando buscas por Internet empiezas a ver que en Asia en general en el arte de la pintura son igual de importante las figuras que las palabras. El objetivo principal es la búsqueda de la paz y la relajación, pintando al ritmo de las respiraciones. Lo que suelen pintar son elementos de la naturaleza como pájaros, paisajes, árboles... Algo muy interesante en mi opinión es el uso de poesía en sus cuadros. Unir una pintura con una composición poética da mucho más juego. Esta visión del arte es muy interesante.

También indagando por la red descubro que en cuanto al arte islámico estaba muy poco equivocado. La pintura es reflejo de la religión. Todas las obras están empapadas de Alá, Mahoma y el Corán. Pinturas de Mahoma en las que no sale su rostro y reflejos de los pilares del islam son lo que predomina. Todo ello alejado de querer crear belleza o trasmitir emociones, simplemente con una finalidad: adoctrinar.

En cambio, en la arquitectura sí que evolucionaron y mucho. Conquistaron muchos territorios y edificaron edificios impresionantes. La gran mayoría eran sitios sagrados. Por fuera son edificios bastante sencillos, geométricos y de un solo color. Pero por dentro son justo lo contrario: decoraciones recargadas, mosaicos, trazos dorados, colores vívidos... Quizás este aspecto tenga mucho que ver con la personalidad de la sociedad islámica. Son gente muy cerrados en sí mismos que, vistos desde Europa, son justo como sus edificios por fuera: Uniformes, aburridos, muy reglamentarios, con pocas diferencias. Pero desde dentro de su sociedad, al igual que desde dentro de sus edificios, son gente llena de diferencias, posiblemente gente muy creativa y diferente.

En conclusión de los japoneses puedo decir que su arte consta de mucho más que dragones rojos y letras que no se entienden. Es su pureza, sencillez y conexión con el papel y la tinta lo que hace sus obras únicas. Del arte islámico he de admitir que tiene muy poco fondo ya que esta muy ligado a una religión que no progresa. Pero no debemos quedarnos ahí, sus edificios trasmiten un mensaje muy importante y quizás una lección para los europeos. Nuestra cultura occidental nos hace verlos por fuera pero si nos metemos en su cultura es como meternos en sus edificios, descubrir un mundo entero de formas, colores y figuras.

Esta investigación me ha dejado algo muy claro, lo que pensaba del arte islámico y japonés es algo que esta muy clavado en nuestra sociedad: estereotipos. Sólo cuando te informas bien descubres ése doble fondo que la sociedad te dificulta ver.


1 comentario:

  1. Confundes un poco el arte japonés y el chino.
    No entiendo el razonamiento que haces para elegir la palabra que define el concepto de arte islámico para ti.
    No es necesario que te extiendas tanto en las entradas, Gonzalo.

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